Esta tarde he disfrutado de una hora frente a un té verde con hielo conversando con una gran mujer. Una
mujer sabia por su experiencia de vida bien vivida. Una mujer de esas que
comparte y da sentimientos porque posee un corazón limpio y bello.
Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y se trataba de
ponernos al día un poco. La cosa empezó contándole las muchas cosas que me habían sucedido en estos
meses y causa de nuestra no coincidencia, luego le toco el turno a ella y su evolución. De pronto, saque mi libreta y empecé a apuntar
frases con la clara intención de luego compartir la experiencia. “He decidido: rendirme
al universo”, “mi vida tiene que entrar en una maleta de 30 kilos”, “ experimentar
no tener casa”, “mis planes son para 2 meses” “ mi madre me ha dicho ¿Qué le
vas a decir a tu hijo de 20 años?”, “Fuera miedos”, “ he metido todo lo que me
sobra en cajas y voy a regalarlo”. Curioso ¿no?-
Pues es una mujer de más de 50 pero con aspecto de “ventipo”,
que llego en una moto vintage vestida de colores vivos, que ha tomado la sabia
decisión de no apegarse a las cosas, es más de desapegarse, y lo ha hecho desprendiéndose
de todas ellas y siendo fiel a ella misma. Se va a la India a trabajar 2 meses
a una ONG, haciendo lo que le gusta y siendo mami de niñas de un orfanato. Le ha
costado, ha llorado, ha trabajado, ha desmontado negocio y casa. Y es la más
rica porque se tiene a ella misma y ha sido valiente.
Tras nuestra conversación, que no voy a compartir, nos hemos
despedido dándonos un inmenso abrazo. Yo me fui a una reunión de trabajo,
cuando llegue me dijeron luces feliz con esa sonrisa ¿qué has tomado?, yo he
dicho un té verde con una amiga, pues cualquiera lo diría, me dijeron. Sentí que
emergía algo así como una envidia sana. Y es que, la felicidad autentica se
contagia.
Quizás haya gente que al leer esto pensará que es una estupidez
ingenua, que la realidad es más cruel. Yo creo que la crueldad esta en nuestros
corazones materialistas y endurecidos. La gente feliz no tiene camisa, la gente
sabia esta desapegada, la gente grande vive el presente y se rinde al universo,
porque el universo siempre le devuelve lo que necesita para ser feliz y para
compartirlo con la gente que tiene cerca.
Quizás en esta última semana del mes en que todo parece
despertar a la vida sea una bonita reflexión: rendirse al universo. Al menos un poco.
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