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sábado, 6 de agosto de 2011

MIENTRAS TENGAMOS ALGO QUE VENDER


En la situación de crisis ECONÓMICA que vivimos actualmente y que ha convertido este agosto en un mes activo y lleno de titulares para medios de comunicacion tanto on como off line. Me parece interesante hacer una reflexión desde una postura a pie de suelo. Cuando resulta tan difícil de entender lo de la prima de riesgo, lo de los movimientos de las bolsas, los mensajes de todo el espectro político de nuestro pais y del mundo, me dio por pensar que no resulta tan difícil de entender lo que pasa y lo que están haciendo los que en sus manos tienen la responsabilidad de decidir que hacer en lo colectivo.

Aunque soy de las que creen que la solución pasa por las pequeñas soluciones individuales me hizo reflexionar lo que hacen, esos que en teoría saben qué deben hacer. 

Ayer vendió nuevamente deuda pública España, no hacía un mes ya habíamos vendido miles de millones y parecía no ser suficiente. La Generalitat Catalana puso a la venta patrimonio por importe de 550 millones y la Valenciana dice un diario no ha podido vender 393. Parece lógico pensar que si no tenemos dinero lo sensato es buscarlo para pagar lo que se debe.

Pero lo material, los bienes inmuebles o no, son limitados. Esas ventas si se producen nos dan oxigeno y con él conseguimos tiempo. Estamos comprando tiempo para hacer bien lo que hicimos mal. Pero lo cierto es que no escucho más que la preocupación por la venta y poco sobre las medidas que harán que podamos "volver a tener".

Pensé que es viejo este problema. Y que muchos tenemos muy cerca en nuestra historia casos similares. Esto no es un nuevo problema propio de este milenio. Recordé sin ir mas lejos, la historia de mi familia. Y me pareció una forma de ayudar a entender lo que pasa de forma muy básica y simple.

Mi abuelo era muy rico, y lo era por su familia. Sus antepasados en el siglo XIX supongo que a base de trabajo fueron capaces de hacerse con un gran patrimonio. Cuando naces y te crías en la abundancia te parece que eso es el estado natural del hombre. Entonces tus antecesores te educan en esa abundancia como forma de hacer y ser. Ello implica que tú te dedicas a vivir bien, a gastar y cuando no tienes a vender. Trabajar no es el objetivo para el cual tus antecesores hicieron tanto esfuerzo. Y así sientes que te distingues del resto de mortales, tienes cosas que nunca otros tuvieron, disfrutas de comodidades y vives bien. Pero los bienes materiales si no los cultivas, como los inmateriales se acaban. Así que cuando todo lo que tienes sale y no entra, se acaba. Y cuando se acaba, pues necesitas vender otras cosas que tienes. Y eso es lo que se suele hacer. Esto te permite seguir haciendo y viviendo como lo hacías. La única preocupación que tienes es que te lo compren. Pero en esas situaciones siempre hay quien se encuentra en un mundo diferente y en ese mundo lo que se hace es trabajar y ahorrar para comprar y tener. Así que él que tiene para comprar puede esperar hacerlo en condiciones ventajosas. Y lo hace porque entiende que si él trabaja duramente y el otro se relaja y descansa, pues que pague. Así todo va fluyendo de forma normal mientras se tiene que vender.

Pero ¿Qué pasa cuando no tienes nada que vender, cuando lo has ido vendiendo todo sin cambiar tu forma de hacer las cosas? Pues que llegas a eso que llama ruina. Y cuando estas en la ruina te deprimes, o te quejas. Y culpas al mundo de la injusticia y no tienes recursos morales para salir de ese marasmo. Y ese hacer al otro culpable, nos lleva a la violencia y las guerras que a nadie benefician.

Así que tus descendientes empiezan de cero, empiezan a tener que reducir o bajar su nivel de vida y a tener que trabajar y esforzarse. Y viven como en otro tiempo hicieron los siervos y deben olvidar "lo que fue" para ser conscientes de "lo que es". 

Eso es sencillamente lo que nos pasa hoy a muchos países europeos. Y no es nuevo en la historia. Lo triste es que lo repetimos una y otra vez. Yo me pregunto ¿Para qué estudiamos si no aprendemos? 

Así que mientras tienes que vender, tienes la oportunidad de ganar tiempo.

Pero es imprescindible que en ese tiempo afrontes la realidad y tomes medidas drásticas para cambiar el rumbo de tus actuaciones. No es fácil, no lo es. Nadie elige trabajar si puede descansar, nadie elige renunciar a comodidades. Por desgracia somos proclives a la ley del mínimo esfuerzo. 

Pero necesitamos cambiar esa forma de pensar, si queremos salir de esto. Necesitamos entender que trabajar y hacerlo bien, independientemente de todo, es una forma de realización personal. Qué ser capaces de conseguir retos es mejor que tener millones de euros en un banco. Y que si cambias no solo eres mas feliz, sino que probablemente ademas obtengas benéfico económico.

Así pues, lo que necesitamos cambiar con urgencia es nuestra escala de valores, nuestra forma de medir el éxito de las personas y sociedades. Y cada vez nos queda menos tiempo.

La vida es implacable y seguirá su curso, no cambiara por mucho que chillemos, lloremos o nos quejemos. Eso solo nos hará mas débiles. Perderemos energía, nublara nuestros cerebros y seremos menos capaces de cambiar el rumbo.

Mientras tengamos algo que vender tendremos tiempo, pero ¿Cuanto tiempo nos queda?

2 comentarios:

  1. No podemos seguir como hasta ahora. Tenemos que cambiar. No podemos aceptar que sea el "mercado" quien gobierne. Repito lo que hace poco he dicho (no es una idea mía, pero estoy de acuerdo con ella): "cuando el poder económico se impone al política, el fascismo acaba llamando a la puerta". Creo que no está llamando, sino que está ya dentro.

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