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domingo, 26 de diciembre de 2010

Cuando el final es el principio

A lo largo de años de cultura de carácter predominante del varón en nuestro país las mujeres hemos sufrido al llegar la cincuentena una rara sensación que brotaba de nuestro ser más profundo, sentíamos que llegábamos al final. Recordemos que en España hasta 1975 una mujer no podía disponer de sus bienes sin el consentimiento de su padre o marido y dependiendo de en que zona geográfica nos encontrásemos, todas recordaremos ese “lo que diga el meu home” que escuchábamos en nuestra niñez y adolescencia.

Sentíamos que llegábamos al final, al final de la razón última de nuestra existencia: conquistar hombres, atenderlos, darles hijos, criarlos y cuando ya estaban en condición de volar, sentir una perdida ya denominada hace tiempo “síndrome del nido vacío”.

Eran años de sentir el final de la turgencia de las carnes, el final de ser el centro de la existencia de la familia, el centro de las atenciones de un marido que en muchos casos busca fuera de casa la sensación de que su potencia no muere y que es capaz de conquistar mujeres más jóvenes. Y es, hasta el final de nuestro ritual mensual de la menstruación. Dejamos de ser eso que nos decían de jovencitas “mujeres” para convertirnos en ¿qué?

Nos asaltan las dudas y nos sentimos desconcertadas. Lógico, si tenemos en cuenta que las hormonas que nos han afectado el carácter desde siempre, ahora empiezan a ser cambiantes y juguetonas. Lógico, si vemos a nuestro alrededor tantos cambios y físicamente los sentimos sin saber muy bien como interpretarlos. Surge en nosotras la paradoja de recurrir a modelos antiguos donde estábamos en el final de la última razón de la existencia o en el principio de algo que no acertábamos a identificar, pero que sí sentíamos en lo profundo de nuestra entraña.

Pero gracias al devenir de los tiempos, a los avances médicos y farmacológicos, a la cosmética, a la capacidad de entendernos entre nosotras, a perder el miedo a ser nosotras y no ellos, pero sobre todo, a la postura comprometida de tantas mujeres anónimas que han posibilitado los silenciosos y grandísimos avances que las mujeres hemos logrado en los últimos 35 años, hoy las mujeres a los 50 estamos en disposición de considerar que estamos no al final, sino al principio de muchas cosas.

Por fin sentimos que somos dueñas de nuestro tiempo, de nuestros sentimientos y de nuestro cuerpo. Hemos de aprender a identificar otros referentes pero, sobre todo, hemos de recuperarnos a nosotras.

Hoy a los 50 “estás estupenda” o lo puedes estar y quizá estás en el mejor momento profesional. Tienes experiencia, madurez, equilibrio, capacidad de resolver infinidad de asuntos de diverso tipo, de hacer varias cosas a la vez, de trabajar en red con otros, de escuchar y de tratar de conciliar, de perdonar y comprender determinadas actitudes aunque no las aceptes y, sobre todo, la capacidad de gestionar eso que ahora a tantos desconcierta: el cambio permanente.

Las mujeres disponemos de algunas ventajas que debemos aprovechar y debemos hacerlo ahora, para no perder lo que hasta ahora hemos conseguido.

Es el momento de culminar y para ello es muy importante no estar y no sentirse sola. Es importante dar valor a la amistad femenina, tantos años sin cultivar por la rivalidad inculcada. Es el momento de ser asociativa, de fomentar la cultura de la cooperación desde la coincidencia de intereses y sobre todo, de sentimientos.

Ese es uno de los papeles de la Asociación de Empresarias y Profesionales de la Comunidad Valenciana: Ser un vínculo de unión entre mujeres con intereses y dificultades similares. Queremos ser punto de encuentro para que las mujeres profesionales y empresarias compartamos experiencias y contemos con un soporte específico tanto desde lo profesional como desde lo humano.

Hoy muchas mujeres profesionales, a título individual, han hecho mucho por dar visibilidad a la mujer. La Asociación de Empresarias y Profesionales pretende hacerlo desde lo colectivo y es su compromiso trabajar para ello.

Desde valores como la diversidad, la integridad y la profesionalidad pretendemos que para muchas profesionales y empresarias también “los 50” sean un bonito principio, el de la plenitud de nosotras mismas. El principio del protagonismo de nuestra vida.

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