Páginas

domingo, 15 de septiembre de 2013

Querer o excusas

Pues a esa conclusión he llegado. Cuando pones o te pones excusas para hacer algo, es que no lo quieres con suficiente fuerza.

Se trata de ser riguroso con uno mismo y preguntarse de verdad, sin autoengañarse.

Ese es el punto clave, el autoengaño. Algo para lo que estamos tan entrenados que somos incapaces de detectar cuando nos mentimos.

Y nos mentimos siempre por miedo. Miedo a perder, a sufrir,  a ser criticados, a no ser queridos......

Y con miedo el sufrimiento está garantizado. Pero no cualquier sufrimiento, sino el más absurdo del mundo. Ese que no te hace mejorar, ese que carece de sentido. Ese que te hace infeliz porque te desgasta. Ese que poco a poco te mata. Eso sí, lo hace de forma lenta. Te va secando por dentro y al final eres nada.

Somos una sociedad de NADA. Donde todo lo dicho antes es cierto y veraz.

Pero de este círculo, solo sale uno consigo mismo. Y al salir, se convierte en modelo a copiar o imitar.

El título de este escrito es casi como un test dicotómico. Un test que no garantiza nada, salvo el no autoengaño. Pues creo que es el primer paso para poder dar el siguiente que conduce al cambio, a la decisión y la acción y al éxito o el fracaso, pero al movimiento y la vida. A la aceptación previa a la adaptación, a la responsabilidad y el compromiso personal que son la base para la libertad de verdad que conduce al AMOR y la felicidad.

No estoy diciendo nada nuevo, esto lo dicen las diferentes tendencias de espiritualidad y liberación del hombre de todos los tiempos.

Y para no quedar solo en algo teórico voy a plantear algunas cuestiones y al contestarlas vean si ponemos excusas para hacerlo ya, o buscamos razones inteligentes o creíbles.

¿Por que no como más sano?

¿Por qué no hago ejercicio?

¿Por que no soy generoso?

¿Por qué no comparto m tiempo con quien me necesita?

¿Por qué no decido cambiar mi trabajo si me esta matando la ilusión?

¿Por qué no aprendo un idioma?

¿Por qué no le digo que me molesta lo que hace?

¿Por qué no dejo a mi pareja si me esta maltratando?


¿Por qué no me voy fuera a trabajar?


¿Por qué no defiendo lo justo?

¿Por qué no entrego algo de mi?

¿Por qué no quiero pensar?

¿Por qué no dedico tiempo a meditar?

Siempre hay una excusa o una razón, una que hace que aplacemos la acción. Y si lo aplazamos una vez, lo haremos mil veces. Y lo único que conseguiremos es estar enmarañados en una trampa invisible pero devastadora.

Al final siento decirlo, no valen las excusas, cuando quieres algo de verdad.

Porque cuando quieres algo de verdad, lo haces. Y si tienes que mover cielo y tierra lo mueves. Y te exiges y te das, y cuando ves que tu puedes, te das cuenta que cuando pones o te pones excusas es que no quieres con suficiente fuerza.

Porque al final, todo es tan sencillo como QUERER o excusas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario