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martes, 25 de septiembre de 2012

Indefensión y acoso

Septiembre 2012-


Un mes de crisis económica y financiera nunca visto antes en la sociedad occidental. Donde la gente corriente no cuenta con referentes de ningún tipo y donde las pocas empresas relevantes van perdiendo el oremus y la decencia, eso sí rodeadas de manuales y canciones, diciendo I’m so Happy, que suenan mientras tu esperas a que te pasen cuando crees que vas a gritar o matar a alguien.

Carta abierta al Presidente de Telefónica o Movistar :

Estimado Señor:

Antes de empezar permítame que me presente, mi nombre es Carlota de Dios y soy una pequeña empresaria que inició su andadura en 2004 y lucha desesperadamente por sobrevivir en un mundo difícil. Como muchas empresas y autónomos de este país hemos tenido que ir haciendo recortes y eso significa tener que gestionar cada vez más cosas. En ese día a día necesitaríamos colaboradores que nos simplificasen la vida y con ignorancia creíamos muchos que empresas como la suya estaban llamados a ello. Por esta razón durante mucho tiempo confiábamos en ustedes y les contratamos los fijos, móviles y ADSL. Y sabíamos que les pagábamos más y lo dábamos por bien empleado porque entendíamos que su servicio lo valía.

Pero llegaron no se qué tipo de diabólicos personajes que les vendieron estudios y les cantaron sirenas y ustedes decidieron sustituir las personas por unas maquinas y luego pagar prebendas a gente de dudosa moralidad. Y no contentos con eso, tomaron la decisión de diferir sus relaciones con sus clientes a distribuidores que con malas artes y verdades a medias, les contaban milongas de mejorar los servicios y les ofrecían regalos a sus clientes. Un día te llamaba Pepe y otra Juan, y eso si todos te repetían lo mismo. Cuando la canción te empezaba a sonar mal y las promesas se empezaron a incumplir, en relación a supuestos ahorros que nunca pediste, rechazabas los regalos (líneas con aparatitos) simplemente porque nadie da duros a cuatro pesetas.

Bien, pues un día, harta de reclamar facturas de números que ni tienes ni usas y de escuchar milongas pero no ver soluciones, decides dar de baja los móviles. Y entonces sí, recibes una llamada donde te ofrecen lo mismo que has pagado por 100, por 50. Eso sí, las soluciones a lo que reclamabas son inexistentes porque eso no es competencia del que te llama. Entonces, le dices que ahora, tras la llamada ya sabes algo seguro: Que no te quedas con alguien que te engaña y te trata como si fueses un ser imbécil o sin moral. Y de la indignación pasas a la náusea. Pero lo triste es que en el fondo no pierdes la esperanza de que alguien detecte que sigues siendo cliente y que lo eres porque aun consumes otros productos. Es como no querer perder la esperanza y seguir ofreciendo una oportunidad a alguien con quien tuviste una relación de toda una vida.

Pero siguen llegándote facturas de móviles que nunca tuviste y te cansas de protestar llamando a esos números que son un itinerario eterno sin solución alguna, donde eso sí, te graban para …, no sé bien para que, o será para salvar su back.

Y como no te hacen caso, entonces decides decirle a tu banco que devuelva las facturas. Y entonces recibes avisos de impago y un buen día una carta de un bufete de abogados con nombre de tienda de cuadros amenazándote con ponerte en el RAE.

Y es entonces cuando decides que hasta aquí, y decides darte de baja del fijo y el ADSL y pones en manos de un abogado el tema para que se entienda con los suyos.

Y cuando ya crees que todo terminó, sigues recibiendo facturas de móviles y mantenimiento de centralitas que ya llamaste para decir que te diesen de baja. Y piensas que ¿cómo no van a ir mal empresas como esta, que no tienen claro que sus marcas valen lo que sienten sus clientes y la decencia de sus comportamientos?. Y cuando alguien olvida que la relación con sus públicos es la clave de la sostenibilidad de una organización, es que no entiende que una reputación cuesta mucho de ganar y poco de perder.

Y tú sencilla persona de a pie que contrataba sus servicios en casa y en tu empresa, ya no contratas nada y eres consciente de que eso les da igual. Y que como mucha gente dice, da igual con quien estés, que todas son iguales.

Yo siento tristeza porque para mí, Telefónica era una empresa española de la que enorgullecerse y hoy es una empresa que me hace sentir indignación y acoso, cuando abro el correo y veo su marca. Porque sé que lo que me dirá es que le debo dinero. Pero yo siento que es ella la que me lo debe a mí. Siento que me toma el pelo cuando veo sus anuncios en la tele. Siento que se ríen de mi cuando llamo para protestar y después de interrogarme una máquina me responde alguien con acento extraño que no resuelve nunca nada, y cuando creo que voy a llorar de impotencia recibo una llamada para hacerme una encuesta de calidad.

Y digo que son los sentimientos que siento ahora, porque anteriormente han sido de indignación y repulsa. Indignación cuando te sientes engañado, estafado y protestas y te quejas y solo obtienes respuesta de maquinas o operadores que nunca son capaces de resolver nada.

Indignación y acoso es lo que siento desde hace meses ante la actuación de una empresa española de referencia de las que nos van quedando pocas con prestigio internacional.

Así que hoy me he dicho que iba a escribir esta carta a la atención del máximo responsable para que nunca pueda decir, como dicen otros, que se entero por los medios de comunicación, el lo hará por una ex clienta con nombre y apellidos.

Yo siempre digo que nunca es tarde aunque cada vez cuesta más. Yo espero esperanzada que cambiemos todos pues al final todo lo que uno hierra acaba perjudicando a otros.

Siento si mi carta destila sentimiento soy apasionada para lo bueno y lo malo. Pero de corazón espero que le llegue y que le sirva.

Atentamente.





1 comentario:

  1. Yo y más gente de mi entorno, ya hemos vivido experiencias similares con las compañías telefónicas que cogen el gusto de cobrarte un dinero extra por un servicio que no has disfrutado.
    En mi caso era que me había suscrito a una web de internet que te manda música y mensajes. Un tanto surrealista ya que para apuntarte a algo has de darte de alta dejando tus datos, y ni me di de alta, ni recibí música ni nada...eso sí, la factura me la sigue reclamando el mismo buffete de abogados que a ti Carlota.

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