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lunes, 6 de agosto de 2012

Lo que no hay que hacer

Pues eso que es lo que no hay que hacer es lo que últimamente hacen las grandes compañías. Y lo triste es que llevan muchos años haciéndolo. ¿Y saben qué es?, pues maltratar a sus clientes y bajar sus índices de rentabilidad, y vuelven a maltratar y vuelven a ajustar. Y se deslocalizan y externalizan, y tiran los precios y hacen promociones para captar nuevos clientes, y se pasan ocho pueblos con los fieles.

Y eso sí, trabajan con grandes consultoras, les auditan grandes marcas o hacen millonarias campañas de publicidad, que para lo único que sirven es para enfadar a esos clientes maltratados y que harán que en su momento la caída sea más dura. Pero es que además, albergan en sus consejos a políticos de diferentes partidos mayoritarios a los que pagan sumas cuasi vergonzosas y tienen diferencias de salarios entre sus directivos y el personal de base que da vergüenza citar.

No muy diferente a lo que han estado haciendo en las CAJAS de Ahorro y que nos han conducido al estado lamentable que según los expertos no se podían imaginar. Pues yo, cuando los oigo lo que pienso es que estaban muy ocupados comiendo en restaurantes de 5 tenedores, jugando al golf o navegando en sus yates. Porque cualquier persona de a pie con dos dedos de frente les habría dicho que trasferir a maquinas la atención a los clientes, standarizar con la tecnología la gestión de cuentas sin revisión humana. Gestionar quejas con call center en países terceros con personas que nunca pueden resolver tus quejas, marear a los clientes con distribuidores cuyo interés es vender centralitas, idear promociones que tienen trampa, no hacer seguimientos de sus vencimientos para comprobar que nunca fueron usadas porque sencillamente se rechazaron. Hacer ofertas a los no clientes donde se ofertan los mismos servicios que tienen los clientes a mitad de precio. Por no decir que cuando solicitas la portabilidad te ofrecen bajar los precios a la mitad, y que cuando das como respuesta: ¡Tarde, llegan tarde!, no registran esto y toman medidas.

Cuando un cliente jura no volver a trabajar con ellos aunque le regalen el servicio y siguen llamándote para hacerte ofertas como si nada hubiese pasado. Y tú te preguntas ¿No sabrán con tanta tecnología lo que me han hecho? Y cuando sigues siendo cliente de la línea fija y el ADSL y te están cobrando el doble de lo que toca y por haber devuelto una factura de 20 euros que corresponde a nada, te envían una carta de un bufete de abogados amenazando con demandarte y ponerte en el RAE, cuando ellos te siguen cobrando el doble. Y entonces decides que hasta aquí hemos llegado y te vas a otra operadora de telefonía que todo el mundo augura sera más de lo mismo.

Y la gente te dice todas son iguales, y tú sientes una pena profunda y te dices que llegará el día en que pasará con ese sector lo mismo que con el financiero y que los economistas dirán que no podían verlo venir. Ya sabemos que los economistas son los que mejor predicen el pasado.

Pero un ser pequeño les dice: una empresa que no cuida de sus trabajadores y los usa como recursos prescindibles, una empresa que roba a sus clientes leales y beneficia los infieles, una empresa que no se acerca a la realidad y solo mira sus cuentas de resultados, una empresa que gasta dinero a espuertas en decir lo estupenda que es y gasta o invierte en tecnología pensando que con eso está a salvo de la crisis o que paga sueldos que no me atrevo a expresar a sus directivos mientras  se recortan plantillas a destajo o deslocalizan para ahorrar, es una empresa que ha perdido el oremus, el alma y el sentido común. Son empresas que no han entendido que están cerca de la más estrepitosa caída y desastre.

Y esto es lo que yo veo, y he decidido escribir por si algún ser sensato decide dar un golpe de timón,  es lo que les pasa a esos que llamamos GRANDES y que forman parte de un pasado de locura y mal hacer. Y a mí que eso les pase a compañías extranjeras me apena pero que les pase a esas que son paradigma de empresas españolas, de las que ayer y hoy presumíamos y que veremos que hacen en el futuro me produce una pena profunda y me deprime.

Lo siento, pero piensen que hay cosas que nunca deben hacerse porque el día que empiezas a hacerlas estás iniciando el camino del fin y del caos. Así que cuando vean que determinadas cosas empiezan a pasar, vendan las acciones antes de que les pase lo que a muchos con las preferentes, que hoy tanta gente conoce. por que hay cosas que nunca hay que hacer.



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