A las personas de mi
generación nos marcaron algunos dichos, aquello de “a quien madruga Dios le
ayuda”, “quien bien te quiere te hará llorar”, “no dejes para mañana lo que
puedas hacer hoy”, ....
Ayer conversando con
alguien me contaba que a un conocido suyo le habían diagnosticado leucemia, y
le habían dado cuatro años de vida. Yo sin pensar más me indigne, lo siento
sigo siendo un ser reactivo.
Lo que no hice fue manifestarlo, acepte esa
indignación y reflexione sobre ello. Una reflexión proviene de mi experiencia, he enterrado a
varios amigos de cáncer, conozco personas que lo han superado y otras que están
en plena lucha. Algunas de ellas con niños pequeños haciendo un ejercicio de
valentía muy de admirar o siendo niñas valientes y estupendas.
En base a ese repaso
vital de experiencias narradas o compartidas, pensé que probablemente hay algo
que hacemos mal. Y lo hacemos los enfermos de cáncer y lo que no lo somos o lo
ignoramos. Olvidamos con frecuencia la importancia de lo importante. Y lo
importante es disfrutar del AHORA. Eso es lo único que tenemos seguro. Porque
nadie sabemos la fecha de caducidad que tiene nuestro cuerpo. Y no olviden que
podría ser mañana.
¿Quién debe estar más
triste, al que le dicen que morirá en un año o tu que puedes morir mañana y no
lo sabes?.
En realidad, al que le
dicen que le queda un tiempo limitado le dan la oportunidad de hacer y disfrutar
al máximo de su vida en ese tiempo, y quizá
de tratar de alcanzar la felicidad.
Simplemente porque como dicen los americanos saben el deadline.
Y además yo creo que
cuando te sientes feliz tienes el poder de curarte. Porque el amor nos cura,
ese es el milagro del que hablan muchas religiones, y no solo ellas sino grandes
pensadores como Cyrulnik el propulsor de eso que se llama Resilencia. Recomendable su libro “El
amor que nos salva”.
Yo creo que deberíamos de
ser un poco mas alternativos y dentro de esas metodologías terapéuticas
proponer: Escuelas de felicidad, momentos de placer, de amor, de humanidad, de
implicación, de aprendizaje, de integración, de esperanza e ilusión, de
abrazos, de besos, de risas, etc.
Sigo siendo una irredenta
y creo que se debe recibir a la muerte viviendo, creyendo y amando. Comprometiéndose
con los que nos rodean, compartiendo experiencias y sentimientos.
Créanme si les digo que
es la mejor terapia. Lo sé desde que estudiaba, lo sé desde que hacia practicas
en oncología, lo sé desde que he conocido la enfermedad en mis allegados, no
hay nada más importante que sentir lo bueno. Ver oportunidad de conseguir la
felicidad en cada cosa que nos pasa. Mirar hacia nuestro interior y ser
valientes y generosos. Y hacerlo siempre pero especialmente cuando nos dicen
que nos queda poco tiempo. Es como cuando se acerca el final de curso y has de
apretar el acelerador para tratar de aprender lo que no aprendiste y vivir lo
que no viviste, sin miedo.
Igual conocer tu deadline, es la forma más eficaz de
vivir más o simplemente de vivir mejor.
Así que, mi dicho a
partir de ahora es “no dejes para mañana lo que puedas disfrutar hoy, no dejes
para mañana lo que puedas vivir, compartir o amar hoy”.
Venimos a la vida a
aprender una asignatura, como ser y hacer felices. Y sin tu felicidad es imposible
la de nadie. Paz, amor y FELICIDAD en este mes de calor.
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