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martes, 10 de julio de 2012

la vida sigue igual


Hace mucho tiempo que esta es la canción que me parece más atractiva de la larga lista de éxitos de Julio Iglesias. El pasado domingo cuando fui a verlo en el Palau de les Arts en Valencia pensé que era la canción con la que yo terminaría su recital. Siempre me gustó más su faceta de compositor de letras aunque es un auténtico showman y posee, como dice una amiga mía “una personalidad seductora” que no pasa con los años. Es eso, que los franceses llaman ALLURE. Y que resulta difícil de traducir.


La letra de la canción con que inició su debut público la definió como “su primera canción” y con la que ganó el festival de Benidorm, no tiene desperdicio, como no lo tuvo, la reflexión previa con que la introdujo.


Dedicó la canción “a los que recientemente han sufrido”. Explicó que hay gente que “necesita de nosotros”, que los humanos “a veces nos despistamos un poco y no pensamos en lo que puede pasar”. Esto es “muy español” afirmó. El espíritu de la canción es “un estímulo de la voluntad, del esfuerzo y de la disciplina”. Y todo eso es lo que necesitamos más que nunca.


Cantando el estribillo “siempre hay por quién vivir y por qué luchar. Siempre hay por quién sufrir y a quién amar”. Me sentí feliz y Ángela, una amiga que estaba con su madre, me dijo “esta sí que me gusta”. Es un canto a la esperanza.


Habíamos estado hablando de la importancia que tiene en este tiempo de cambio la gente que te aporta esperanza y confianza. Tenemos recursos, más de los que necesitamos, pero los tenemos dormidos o escondidos. Y es tiempo de compartirlos y de darlos. Este es el mensaje de la canción “al final las obras quedan, las gentes se van, otros que vienen las continuarán…”. Hemos de HACER, para que los que los que vienen puedan continuar. Somos gente y nos iremos y nada nos llevaremos, así que yo me pregunto ¿para qué guardar?


Disfruté del espectáculo especialmente, ya que la última vez que lo vi en la plaza de toros pensé que éste en el que actuó es su marco más adecuado. Creo que tenía razón, era un marco incomparable que también sobrevivirá a todos. A mí me gusta llamarlo el PEZ, un animal lleno de simbología. Y en sus tripas hay mucha gente, esa que no vemos, esa que hace posible que todo funcione, esa que cada día se levanta y hace bien su trabajo. Esa que no solemos poner en valor. Esa que mira con ilusión. Y esa gente tiene nombre y apellidos. Yo también la conocí ese día. Se llaman Isabel y Laura. Tenían una ilusión tras un día de trabajo intenso, ver a Julio. Pero no se sentían tan importantes como para ponerse delante, no iban arregladas, tenían vergüenza. No eran conscientes de la luz de sus ojos, de su fuerza humilde. Alguien les dijo “lo importante es lo que llevas dentro, lo que eres y no lo que pareces. Dad un paso adelante sin miedo! “. Dieron el paso, vieron a Julio, cumplieron un sueño que no pensaban conseguirían. No sé, cuánto lo vieron o hablaron. Sé que después de ese paso algo cambió en su vida, sintieron que podían. Y me pareció un buen ejemplo a seguir y una historia que compartir.


Al final, tenemos muchos avances tecnológicos, somos globales, somos ricos o somos pobres, pero lo esencial sigue siendo muy simple y sencillo. Porque la vida, por mucho que queramos, sigue igual. Gracias a Dios.

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