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domingo, 5 de febrero de 2012

Aún no



  
"Viejo zorro, aun no está preparada España para dar el poder a una mujer" esa frase la pronunciaba mi madre mientras veía en la tele la noticia de la victoria de Rubalcaba frente a Chacón. Pero lo más curioso no es la frase, lo curioso es que fuese pronunciada por una mujer de 86 años con Alzheimer que hacia escasos minutos preguntaba que pasaba en Sevilla y que hacían allí.

Nunca deja de sorprenderme el Alzheimer, ni mi madre que siempre fue fuente de aprendizaje para mí. Pero desde que sufre esta enfermedad lo es especialmente.

 Para los que no hayan tenido el privilegio de convivir con una persona afectada por ella en esos tiempos previos a la desconexión final con el mundo real, o como sea que queramos llamarlo, a  mi me gusta decir que es una autentica lección de vida.

El Alzheimer te hace consciente de lo que somos las personas, seres vulnerables y soberbias que frecuentemente olvidamos que lo que tenemos es efímero y que podemos llegar a ser, por poderosos y superiores  que nos creamos, seres terriblemente vulnerables  y dependientes.

Nos muestra que somos seres culturales y marcados por el entorno. Que por mucho que queramos avanzar y por mucho que pretendamos huir de la historia y la cultura que nos precedió y que nos rodea,  seguimos llevando ocultos prejuicios y normas. Así una mujer feminista puede opinar y sentir como la más machista solo cuando su educación y sus frenos racionales desaparecen y se desinhiben.

Las lesiones que como el Alzheimer terminan con una parte del cerebro anulada, en una primera fase nos conduce a la  pérdida de memoria reciente, pero nos mantiene la remota. Es decir lo que se nos enseño de pequeños queda y lo que aprendemos al final se olvida. 

Dejas también de poder proyectar de forma distinta tus actividades, así emerge en tu vida lo rutinario, haces lo que nunca requería de tu pensamiento creativo solo aquello que eran tus buenos o malos hábitos. Si eres limpio, ordenado, aseado se exagera, no lo haces consciente es como mecánico. Sale tu autentico personaje, algo así como cuando te emborrachas.

Olvidas las conveniencias y eres terriblemente sincero, si algo te parece feo lo dices, si injusto, lo que sea lo expresas sin pensar en convencionalismos. Te conviertes en alguien exquisitamente políticamente incorrecto.

En los últimos tiempos a raíz de hacerme consciente de todo esto, reflexione que debo tratar de cambiar lo que no me gusta de mí, que he de profundizar en mis creencias atávicas, que he de adoptar buenos hábitos. Que la educación, la disciplina, las buenas costumbres, la exigencia y la buena educación son excelentes en la infancia. Ya no por nada ideológico, solo porque deseas no llegar a ver lo que de verdad eres y nadie se atrevió a decirte.

El Alzheimer es como el suero de la verdad y la sensatez, quizá si hubiésemos escuchado más a estas personas que lo sufren en vez de marginarlas,  mucho habríamos aprendido y muchos errores  habríamos evitado.

Esta tarde una vez más al oír a mi madre pensé lo que acabo de escribir, una vez más agradecí tenerla a mi lado. Y una vez más entendí, que aun no estamos en el camino de transformación personal que nos conduzca a un cambio interior. Porque solo cambiando de verdad nuestro interior es posible trasformar el exterior. Cuando no es así, cualquier circunstancia incluido el Alzheimer te devuelve la cruda realidad que no querías ni mirar pero que estaba ahí. 

Aun no estamos preparados. Y ha sido una oportunidad desaprovechada. La gente tendrá que esperar para ver otra forma de hacer.

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