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domingo, 16 de octubre de 2011

Un Mundo Infeliz



Hoy mucho hablamos del estado del bienestar. Y de su defensa.

He empezado a leer "Ética para Nicómaco" de Aristóteles. Y lo recomiendo a todos aquellos que sois jóvenes de edad o espíritu, ya que entiendo es útil a las personas con potencialidad de aprendizaje.

Sinceramente creo que en una sociedad en la que se nos llena la boca de lo mucho que sabemos, en realidad lo que pasa es que somos unos ignorantes y además soberbios. Un mix realmente poco aconsejable para los tiempos que vivimos.

Siempre que leo trato de sacar algún sentido práctico, es decir aplicable a la vida. Bien en forma de acción o de comprensión. Solo cuando comprendes por qué pasan las cosas eres capaz de aportar una “solución fundamental”, positiva en el tiempo.

Bien, pues me gustaría compartir algunas cosas que he aprendido y no sabía con esta lectura. Y en base a ellas, podamos reflexionar si estamos yendo por el camino adecuado.

Para Aristóteles: “El bien es la felicidad”. “Y el bien del hombre consiste en su función”. “Y la función del hombre, el ejercicio del principio racional”.

Así, “la felicidad es el ejercicio de las actividades del alma de acuerdo con la excelencia o virtud”.

Porque virtud para los griegos es sinónimo de excelencia. Y por tanto no incluible en las discusiones demagógicas de políticos mono sémicos por clara incapacidad o ignorancia.

Para los griegos las dos virtudes del alma son la sabiduría y la prudencia.

Sabiduría y prudencia. Y es en el ejercicio y practica de ellas, que se alcanza “el bien vivir” y “el bien estar”. Y esa felicidad que es la búsqueda del bien hacer con objeto de cualquier acción, exige de cosas como el aprendizaje, la repetición que construye buenos hábitos, la disciplina para saber reaccionar ante lo bueno y lo malo que nos sucede con templanza y control, la valentía que es consecuencia del equilibrio, la mesura que convierte a la persona en animosa y resilente,... Al final sociedades, configuradas por personas capaces de afrontar con un mismo espíritu lo bueno y lo malo. Ya que ambos extremos forman parte de la vida del hombre.

Yo sinceramente, en lo que mi mente y vida alcanzan a comprender, veo que la sociedad en la que vivo, la occidental, ha perdido su capacidad de bien vivir y por ende la de estar configurada por la felicidad, es más nos rodea la desgracia. Desgracia que hace que comamos de forma compulsiva, que tengamos comportamientos violentos, conductas adictivas, enfermedades mentales, altas tasas de suicidios, etc.

Mi opinión es que hemos basado este "bienestar" en lo externo y material y hemos olvidado lo interno a nosotros: lo espiritual, racional, .... En fin, eso que va mas allá de lo vegetativo, eso que compartimos con los animales, y lo placentero. Hemos configurado una sociedad poco exigente, victimista y cobarde, en el sentido griego de estas palabras.

Dice Aristóteles que hay tres tipos de vida. La de placer a la que la mayoría aspira, la del honor propia de los hombres de acción y la de contemplación propia del sabio. Hoy creo que no es necesario que exprese el disloque. Ya que la sabiduría y el honor están ausentes de demasiados comportamientos.

Es por eso que creo que vivimos en un mundo infeliz. Un mundo que confunde bien estar o bien vivir con cosas materiales. Que está invadido de desesperanza y cobardía. De adicciones evasivas, de confusión de conceptos, de aprendizajes insuficientes.

Y aunque existen responsables colectivos, es imprescindible no olvidar que todos y cada uno configuramos ese conjunto. Y por eso, somos corresponsables de lo que pasa. La política según este escrito debe aspirar a ese bien hacer que se traduce en bien vivir. Y si no sabemos, no podemos exigir que se haga lo adecuado. Y para poder exigir primero hay que ser y estar al nivel. Y si no llegamos busquemos a quien lo haga, desde la humildad que es semilla de la sabiduría.

Y para terminar, unas sabias palabras de Hesiodo:
"De todos el mejor es este: quien lo comprende todo por sí mismo; bueno, a su vez, quien obedece al que bien dice. Mas quien no comprende por sí mismo ni, oyéndoselo a otro, lo pone en su interior, este es, por su parte, un hombre inútil."

Soy optimista, hoy más que ayer pero menos que mañana. Cuanto más ahondemos en descubrir lo mal hecho más necesidad tendremos de revisar y limpiar. De valorar y separar. De pensar y actuar con el fin de la excelencia de la acción. Y eso será lo que nos lleve a la Felicidad en el término aristotélico de la palabra. Y estaremos más cerca de un mundo feliz. Esta es nuestra oportunidad como personas.

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