Este mes de octubre está siendo la culminación y expresión del
malestar social que se ha ido sembrando desde hace mucho, mucho tiempo en
nuestra sociedad.
Mucha gente, buena gente siente dolor, tristeza, exclusión,
invasión, agresión y acoso en cada vez más ámbitos de la vida. Somos el primer país
de Europa en consumo
de sedantes, el suicidio, es la tercera
causa de muerte en jóvenes de 14 a 29 años, crece un 240%
en 2 años el acoso
escolar, crece la
violencia de género en menores, la intransigencia religiosa e ideológica se
cobra vidas, la persecución profesional
a gente que hace el bien, la violencia entre pueblos fomentada desde la política, y un largo etc.
Todo son simplemente manifestaciones de un gran malestar social y sobre todo de infelicidad, resentimiento,
victimismo, egoísmo, codicia, soberbia, prepotencia, e impotencia que siempre subyacen a la
violencia expresada en sus múltiples manifestaciones. Son síntomas del fracaso
de un modelo de sociedad.
Yo creo que lo que estamos viviendo y sufriendo muchas
personas en los últimos tiempos no se vivía en este país desde hace más de 80
años, quizá por causas distintas pero con resultados similares. Estamos confundiendo
todo y estamos sembrando el caos de forma absolutamente irresponsable.
Alguien debería hacer una llamada a la sensatez, a la armonía
que debería reinar en eso que debería ser “un país civilizado y con respeto a
las personas”. Se están vulnerando por todas partes el bienestar e integridad física
y psíquica de millones de personas. Se esta sembrando la semilla de la cizaña y
lo peor, es que no estamos siendo conscientes de que nuestros hijos e hijas van
a ser las víctimas de esta lamentable situación.
No hay referentes personales y
los que deberían serlo la gente no se los cree. Nos estamos deshumanizando y estamos endureciendo el corazón
ante el hermano. Estamos destruyendo la mayor fuente de bienestar en el ser
humano: el amor. Estamos fomentando el odio y el enfrentamiento. Y lo estamos
haciendo en nombre de la ciencia, de la libertad, de los derechos, de cosas que
deberían estar al servicio del bienestar de las personas. Lo estamos haciendo y
nadie dice ni hace nada.
Ganas me dan de convocar una manifestación de gente que se
siente triste, impotente, y desanimada ante tanto dolor y agresión. Gente que
en silencio camine cogida de la mano de su vecino y sin signos que muestren diferencias.
Necesitamos hacernos conscientes de que estamos entrando en
un túnel sin salida que será causa de inmenso dolor y sufrimiento, que crea
damnificados en generaciones.Tenemos muchos retos que asumir para la construcción de un
mundo mejor y estamos enfrascados en el enfrentamiento en múltiples áreas de
nuestra vida.
Esto es finalmente la expresión del fracaso de un
modelo que destruye a las personas y las devasta. ¿Cuando vamos a hacernos
conscientes de que este modelo solo crea malestar social y que solo entre todos
será posible cambiarlo?.
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