Esta semana tuve el placer de compartir un seminario de sensibilización
sobre igualdad con 16 mujeres. Mujeres diversas, profesionales y empresarias,
integras y sobre todo comprometidas con la no discriminación de la persona por
su género.
A lo largo del seminario se compartieron visiones y
creencias. Y resulta curioso que no nos
creamos capaces de conseguirlo en solo una generación, no creemos que lleguemos
a ver alcanzar ese objetivo. Eso sí, existe el firme compromiso de avanzar en
lo poco y cada día para que nuestras hijas puedan verlo.
Y es hablando de hijas, es que escribo este post. Yo
desgraciada o afortunadamente no tengo y por ello una vez más quiero pedir perdón
por mi visión de lo que procedo a narrar. Fundamentalmente porque no llevo esos
zapatos y no sé como reaccionaria en caso de hacerlo. Y desde esta premisa
abordare el tema.
En ese compartir del porque de esa “NO igualdad” sin duda
hablamos de la educación, de la de la escuela, de la de la casa y sobre todo de
la del entorno social que a veces ejerce una presión difícil de contrarrestar
sobre nuestras hijas.
Hablamos de los cuentos y las princesas y del mal que causa
tanto a mujeres como a hombres. A unas por el hecho de hacerles pensar que
ellas por si mismas son incapaces de alcanzar retos y que su forma de hacerlo
es conquistar a un hombre poderoso. Y a ellos porque hace que si no son capaces
de ser PODEROSOS se sientan frustrados, infelices y puedan llegar a la
violencia como forma de escape de la presión. Y en cualquier caso a la
necesidad de dominación.
Se puede o no, estar de acuerdo en ello pero cuanto menos
vale la pena reflexionar un poco por en bien de TODOS.
En ese contexto, alguien hablo de una nueva moda en la celebración
de cumpleaños infantiles: Princelandia. Y para
ilustrarlo nos pusieron un video que no he podido encontrar pero que me hizo
poner los pelos de punta, me revolvió el estomago y me prometí denunciar esa
cosificación y esa perversión que significa hacer negocio con la instrumentalización
de la mujer, en este caso menor.
No puedo ni quiero evitar decir a las madres de niñas que
por mucho que sufran la presión de hijas y entornos, piensen en que cuando
pasan cosas, como la
anorexia, la bulimia, o la violencia
de género creciente en adolescentes, que no entendemos y quizá parte del
problema radique en todo esto con lo que somos permisivos. Y lo somos porque no
somos suficientemente conscientes de la importancia de negarnos, la importancia
de decir: no!!!.
Y lo digo, porque tras ese descubrimiento he podido
comprobar que muchas madres que abominan de este nuevo producto comercial
perverso “vestido de educacional”, que casi es lo peor, han llevado a sus hijas
al citado lugar. Eso sí, habiéndolas advertido antes de sus efectos perversos. Y
yo me pregunto qué porcentaje de madres han actuado así, por no ser disonantes
con la presión social.
Yo siento ser tan radical en esto, pero alguien ha de decir
que empezamos tolerando esto y acabamos sin darnos cuenta aceptando
lo inaceptable y sufriendo lo indecible. Y la causa es que nunca debimos
querer ser princesas o no princesas de esos cuentos donde nuestros destinos los
decían otros.
Yo como casi todas las mujeres también quise ser princesa
hasta que descubrí el precio a pagar. Hoy me siento orgullosa de decir bien
alto: Princesa, no gracias!!
Lo comparto totalmente Carlota , gracias por escribirlo!!
ResponderEliminargracias a ti por difundirlo
EliminarQue fantastico Carlota y si estoy de acuerdo completamente.
ResponderEliminarOtro problema son los concursos de belleza para ninas...pero vamos rompiendo barreras y limites.
Me alegro que habeis pasado bien en el taller. Gracias por compartirlo!
gracias y a ver si entre todas somos capaces de avanzar y no retrocer.
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