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domingo, 17 de julio de 2011

Coger el testigo

En los últimos dos años he enterrado a muchas personas que admiraba. Las admiraba por su carácter, su entereza, su compromiso con sus ideas, su emprendedurismo, su capacidad de lucha. Todos pasaban de los 60, todos formaban parte de una generación de hombres y mujeres hechos a si mismos.

Ante la muerte siento algo paradójico, siento por él que nos deja una sensación de liberación y alegría, yo creo que les espera un destino mejor y en cambio una gran tristeza por los que se quedan, en general nos enfrenta a algo de lo que evitamos hablar y a lo que tememos.

Creo que la muerte nos ayuda a entender el sentido de la vida y de otro lado nos ayuda a ver la estupidez de nuestros comportamientos, ahonda en descubrirnos nuestro egoísmo, en hacer patente que nada nos llevamos y lo poco que somos. Es una gran lección de humildad.

Lo cierto es que probablemente por la edad, voy despidiendo a gente valiosa y comprometida con sus semejantes, con la sociedad e incluso con ellas y ellos y mismos.

Gente que ha sido la gran artífice de los avances que muchos hoy disfrutamos y en una gran parte de historias de superación personal y social.

Grandes hombres y mujeres fruto de una época de escasez, en que de lo poco hicieron mucho. De una filosofía del deber y la responsabilidad. Sólo tuvieron un fallo: Querernos salvar a los demás de algo de lo que nadie debe salvarnos, el esfuerzo y el sufrimiento. Ambos te hacen mejorar.

Hoy en este tiempo, esa gente es más necesaria que nunca y por eso necesitamos recuperar los valores que les ayudaron a ser lo que fueron: Capacidad de compromiso, generosidad, entrega, humildad, esfuerzo o disciplina son algunos de ellos.

Necesitamos entender que libertad se conjuga con responsabilidad. Responsabilidad personal y consecuentemente social.

Necesitamos más que nunca en nuestra vida COGER el testigo. Necesitamos comprometernos sin otra razón, porque sin dar de nosotros lo mejor de nostros mismos con grandeza y altruismo, ni será bueno para nosotros, ni para los que nos rodean ni para los que nos sucederán.

2 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con unas consideraciones que, además, has sabido expresar de forma inmejorable. Cuando observo a mis hijas, continuamente me preguntó en qué he fallado y no lo sé. Nunca tuvieron caprichos, y ... Cuando pregunto a la más pequeña, me dice que debo tener en cuenta el impacto del entorno. ¿será verdad? ¿Sabrá ahora obrar como requieren las circunstancias?. Tampoco lo sé. Espero que sí. Ahora están recibiendo los palos de la crisis.

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  2. No creo que culpabilizarse ayude. Si lo hiciste bien y las formaste les has dado los recursos necesarios que sacaran cuando necesiten. Y el entorno influye. Pero ese entorno podemos modificarlo, esa es una de las misiones del hombre. Lo difícil es hacerlo correctamente.

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